Por Dr. Guillermo Chong, presidente Fundación Geoglifos de Tarapacá.
*Columna de opinión publicada en La Estrella de Iquique, lunes 5 de julio de 2021.
En 1950 la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO) dividió el territorio chileno en regiones geográficas o naturales, la más septentrional de las cuales fue denominada Norte Grande. La parte occidental alberga el Desierto de Atacama, reputado como el desierto más árido del mundo, mientras que su parte oriental se alza hasta alcanzar las cumbres de los Andes, la segunda cordillera más alta del planeta.
Este territorio incluye varios de los llamados laboratorios naturales, algunos de categoría mundial. Es el caso del Desierto de Atacama que, de acuerdo a los expertos, es el sitio terrestre que más se asemeja al del planeta Marte. Por esta razón, parte de los prototipos de los rovers que NASA envía al planeta rojo son probados en este desierto. A su vez, la geología incluye yacimientos minerales de categoría planetaria, cientos de volcanes, un paisaje desnudo en el cual rasgos como fallas, pliegues, fósiles que incluyen huellas de dinosaurios, cuentan historias pretéritas de millones de años y donde sismos y sus asociados maremotos, nos recuerdan que formamos parte principal del dinámico Cinturón de Fuego del Pacífico. Los más de mil kilómetros de costa nos dan la posibilidad de conocer la historia de la Corriente de Humboldt y su influencia en el clima. Se estima que la radiación solar en el desierto es del orden de 275 W/m2 una de las más altas del mundo, por lo tanto, con un gran potencial en la generación de energías limpias. La claridad de sus cielos es otro de estos laboratorios naturales convirtiendo este Norte Grande en un polo mundial de desarrollo astronómico.
A estos laboratorios naturales el Norte Grande se suman sus laboratorios culturales con su rico patrimonio arqueológico que apreciamos en su arte rupestre, en sus construcciones del pasado o en sus cementerios prehispánicos. Está, además, su historia con la industria del salitre, la saga de su minería, los escenarios de las batallas de la guerra de mayor envergadura de Sudamérica, sus revoluciones y trascendentales movimientos sociales.
Todo un mundo que ver y conocer en un paisaje único y privilegiado al cual muchas veces vivimos de espaldas.