Por Juan Ignacio Boudon, director regional de CONAF y de Fundación Geoglifos de Tarapacá. *Columna de opinión publicada el 12 de octubre de 2021, en La Estrella de Iquique.
El patrimonio cultural es el producto de diferentes tradiciones culturales e históricas, y su diversidad enriquece la visión de mundo, permite valorar mejor la realidad, además de proporcionar bienes de valor artístico y simbólico que facilitan la identidad de la gente con su pasado y con un proyecto futuro compartido.
Tiene un carácter social, participativo y dinámico, que evidencia los significados que continuamente son interpretados por la comunidad de la que formamos parte. El patrimonio es la base fundamental de nuestra identidad, los elementos y valores a través de los cuales nos reconocemos y somos reconocidos, por lo que resulta inevitable asociar patrimonio e identidad a su conservación. Sin embargo, el patrimonio cultural se encuentra constantemente amenazado.
En este sentido, el trabajo y la participación activa de las comunidades para la conservación del patrimonio cultural es fundamental. Es así que la revitalización del patrimonio cultural específico a cada comunidad ayudará a conservar las culturas locales, cuyo fortalecimiento es esencial para la perpetuación de la diversidad cultural en el mundo.
Desde Fundación Geoglifos de Tarapacá creemos en este principio y hemos incorporado a nuestro directorio -que esta conformado por el rector de la Universidad Arturo Prat, miembros de la Universidad Católica del Norte y de CONAF-, a un representante de los pueblos indígenas de la región, justamente, para que sean parte fundamental en la labor de conservar esta muestra del arte rupestre tarapaqueño.
Los pueblos originarios pueden jugar un importante papel en la solución de problemas locales y nacionales relativos a los grandes temas de la actualidad. Ellos son una manifestación y expresión de la identidad de grupo, que a su vez tiene una profunda raigambre histórica. Para tal efecto es indispensable brindar a estas comunidades un adecuado espacio para que participen activamente en la conservación de su patrimonio cultural, con énfasis en la integración de los patrimonios tangible e intangible, que no es otra cosa que su propia vida.